Sobre los objetos dispensadores de otros objetos

Ésta es una discusión sobre modelo de mundo que me tiene pensando últimamente. Es suficientemente independiente del sistema, aunque aplica sobre todo a los juegos por parser. Vamos con unos ejemplos:

Tomemos como PJ a un peregrino por un terreno semi-desértico. Tiene la suerte de encontrar un arbusto de bayas y tras pensar “¡Baya, qué suerte!” procede a acaparar los frutos. Como son pequeños en tamaño y peso, no es conveniente aplicar excesivas restricciones por peso o volumen, con lo que podemos dejarle llevarse un número elevado. En este caso, como autor, premiaría la previsión del jugador proporcionándole un número de bayas determinado, creándolas a priori o en tiempo de ejecución, quizá aplicando después un sistema de putrefacción sobre ellas para eliminarlas del mundo tras un número de turnos.

Ahora bien, nuestro héroe pasa más adelante por delante de un montoncito de piedras. En ese momento no lo sabe, pero después necesitará 3 de ellas para hacer subir el nivel del agua de una grieta. La opción que elegiría normalmente un autor sería dejar coger del montón 3 piedras, las que necesita el personaje, bien creando un montón de tres o bien con algún mensaje del estilo “ya tienes suficientes”. Ambas me parecen soluciones muy forzadas y creo que rompen la inmersión, pero no encuentro un modo en el que resulte natural aplicar una restricción sobre el número de objetos que se pueden añadir al inventario. ¿Por qué 3 y no 5, o 10 o 20?

Una opción que se me ocurre es aplicar un límite fijo de inventario al número máximo de objetos de un mismo tipo (10 bayas, 10 piedras, etc…), sin penalizar por ello el resto de elementos y que el PJ pueda seguir usando sus bolsillos mágicos para cargar con otros ítems, porque las restricciones al inventario, por más que sean la opción más simulacionista, son un horror para el jugador. También sería un tanto artificioso y rompería la inmersión hasta cierto punto, pero en algún momento hay que trazar un límite o el mundo del juego acabaría pareciendo un estercolero. Esto tampoco soluciona el hecho de que el jugador puede tomar 10 objetos, llevárselos a otra localidad y volver a por 10 más, aplicar la restricción al mundo en general y no al inventario del jugador me parece que rompe la inmersión más aún. Desconozco si hay una salida elegante a este problema.

No sé si a vosotros se os ocurre alguna solución mejor.

PS: Disculpad la chapa.

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Por tranquilidad espiritual intento evitar el uso de múltiples objetos idénticos y me resistiría todo lo posible a crearlos dinámicamente.

Como contrajemplo se me ocurre Copérnico 86 de Xavier Carrascosa, que tiene una buena implementación de objetos de este tipo.

Como primera aproximación yo crearía un objeto para el elemento singular y otro colectivo como “montón de piedras” o similar (con un contador si se pueden gastar).

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Voy a ver cómo lo resolvió Carrascosa, que ahora mismo no lo recuerdo.

Lo del objeto “dispensador” es básico, como apuntas. Y si se puede desambiguar fácilmente con un nombre distinto, mejor que mejor. Un objeto conjunto en plural que dispense objetos en singular fue la opción que implementé en mi anterior FI, pero presenta problemas en la interacción y no me entusiasma.

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A priori me parece que el tope de 10 es un límite razonable y verosímil (¿quién iba a querer cargar con tantas piedras sin razón aparente?). Es cierto que el tope en 3 puede dar la sensación de que las piedras solo existen ahí para solucionar el puzle. En todo caso, supongo que para algo así no hay una solución completamente perfecta.
Desde luego es un debate interesante.

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Salvo el objeto singular o el múltiple con contadores (cuando son indistinguibles) no hay mucho más que pueda hacerse; ni siquiera en Inform 6, que yo considero bastante robusto, está del todo resuelto.
Manejo de sinónimos y contadores, cuando la cantidad es importante, es todo lo que he conseguido a la fecha.
Si es relevante a un puzle o para la historia, por cierto: si no, no lo consideraría ni siquiera a efectos de ambientación (salvo los sinónimos).

Un saludo,
[INCANUS]

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